Las botas del geógrafo
Ilustración elaborada por estudiantes
del Liceo Campo David.
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Artículo publicado en el Periódico El Tambor del Liceo Campo David, septiembre de 2005.
Por: Adriana Madrid Soto.
Docente - Geógrafa, Universidad Nacional.
¡Profe! ¿Te gusta usar esas botas
tan grandes? … Fue la pregunta que un estudiante de grado cuarto me hiciera
poco tiempo después de ingresar al Liceo Campo David como docente. En ese
momento respondí que sí, que me encantaba, porque con esas botas conocí gran
parte de mi país; tuve la oportunidad de pisar el casquete glaciar del nevado
del Ruiz a 5140 msnm, hundirme en las cenizas volcánicas de la Olleta, medir el
caudal del río Guatiquía en el llano y experimentar, por largos caminos
polvorientos y embarrados, la realidad socioespacial de esta nuestra tierra,
tan macondiana y diversa.
Volcán La Olleta, ubicado en
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Pero el solo hecho de utilizar mis botas no fue suficiente, mi espíritu de búsqueda surgió cuando comencé a estudiar Geografía. Cada vez que le contaba a alguien mis intenciones de seguir esta carrera, me interrogaba acerca de las capitales del mundo, del mar más extenso, del país más poblado, del pico más alto… en fin… ¡Pero la verdad es que no era para eso para lo que me preparaba! Entendí que “la Geografía es la ciencia que produce el conocimiento de las relaciones estructurales y funcionales entre la sociedad y la naturaleza que ocurren en el espacio geográfico, base fundamental de la vocación ambiental del geógrafo”. (Universidad Nacional de Colombia, 2004. Departamento de Geografía).
El objeto de estudio de la
Geografía siempre ha sido el espacio y sus componentes así como las relaciones
entre estos. Esta disciplina históricamente ha desarrollado una serie de
categorías conceptuales, como el lugar,
la región, el territorio y el paisaje,
teniendo como finalidad elaborar teorías generales del espacio, comprender la
naturaleza del mismo, identificar relaciones entre los individuos, estudiar su
problemática social y determinar sus verdaderos agentes transformadores.
Pero asumir esta labor no es
fácil, no se trata solo de experimentar por medio de los sentidos una imagen
del espacio terrestre, la mayoría de las veces remoto. Como afirman Lacoste y
Ghirardi (1983). “La geografía es uno de los medios para comprender el mundo,
lo que está sucediendo en unos países más o menos lejanos, pero también para
ver mejor las regiones que recorremos y conocer verdaderamente los lugares en
donde nos hallamos”. Entonces… ¿para qué se prepara un geógrafo?, ¿cuáles son sus
herramientas de análisis?, ¿cuál es su campo de acción?
El geógrafo no solo debe utilizar
sus sentidos, sino agudizarlos, descubrir los componentes fundamentales del
espacio (abióticos, biótico y antrópico) y las relaciones inherentes a su
dinámica. Para ello es indispensable que se forme en áreas propias del
componente abiótico, es decir, las que comprenden aquellos elementos que
aparentemente no tienen vida pero que la sustentan: el agua, el sustrato
geológico, el relieve, los agentes atmosféricos, entre otros; es necesario que
indague acerca de los procesos internos de la Tierra (geología), los que
ocurren en el exterior o en su superficie (geomorfología), las diferentes
manifestaciones de los fenómenos atmosféricos (climatología, meteorología), y el
comportamiento, la distribución y el impacto de los diferentes cuerpos de agua
(hidrología), entre otros. Pero también es importante que el geógrafo conozca
el componente biótico, aquello que reúne la vida, siendo consciente de la
existencia de los seres vivos (plantas y animales), en función de su
distribución espacial (biogeografía), las capas y procesos que conforman o
permiten la existencia del suelo (edafología) y la visión integradora entre lo
biótico y lo abiótico mediante el estudio del geosistema (ecología). Por
último, y sin lo cual una persona no podría obtener el título de geógrafo,
concierne al entendimiento y valoración crítica del componente antrópico o
humano, teniendo en cuenta que el estudio del espacio no debe asociarse
únicamente a experiencias elementales, indolentes frente a la realidad social,
ya que este es, según Santos (2000) “el resultado de la acción de los hombres
por medio de los objetos naturales y artificiales”.
Es así como el espacio geográfico
no se crea de una sola vez, y tampoco es para siempre: es objeto de cambio y
resultado de varias lógicas de producción en las cuales el ser humano es su
principal protagonista. Dicho atributo exige por parte del geógrafo una
formación en áreas tan importantes como la geografía histórica, para establecer
relaciones espacio-tiempo que permitan explicar el verdadero sentido de las
acciones humanas; la geografía económica, con el propósito de identificar la
relación dialéctica entre los polos de producción, distribución y consumo a
través del espacio; la geografía de la población, con la que se busca entender
la dinámica de la distribución espacial de los grupos humanos en general y el
porqué de la misma; la geografía urbana, para reconocer la ciudad como un
fenómeno con manifestaciones especiales capaces de explicar su origen, forma,
funcionalidad y relación con otros centros urbanos y el campo; la geografía
rural, que abarca la comprensión de la distribución espacial de las actividades
(agrícola, ganadera, extractiva…) concernientes al subsistema del hombre por
más “civilizado y citadino” que pretenda ser; y por último la geografía
política, que proporciona las bases suficientes para indagar e interpretar
acerca de la forma como se distribuye el poder a diferentes escalas sobre el
espacio geográfico.
¡Resulta ambiciosa la labor del
geógrafo! Esta condición lo obliga a establecer una estructura conceptual
basada en el manejo de una serie de herramientas de análisis espacial de
carácter técnico, permitiéndole hacer manejables sus investigaciones. Estas
herramientas incluyen las técnicas cuantitativas y
cualitativas, las representaciones gráficas y los Sistemas de Información
Geográfica, como se puede observar en la siguiente figura, en la que el
análisis espacial puede entenderse como un filtro entre los datos y su
posterior transformación en información geográfica. Vale la pena rescatar
algunos elementos de los dos últimos grupos.
Las representaciones gráficas, definidas como esquemas abstractos de la
realidad, tienen como objetivo hacer más fácil e inteligible un fenómeno
espacial, permitiendo la visualización de ciertas características que de otra
forma son difícilmente perceptibles. De ellas, el mapa es, sin duda, el elemento gráfico de trabajo básico de todo
geógrafo; un mapa es una representación de la superficie terrestre o de una
parte de esta y de los elementos naturales y humanos distribuidos sobre la
misma. Se puede definir también como un texto con todas las condiciones para
emitir, recibir e interpretar mensajes a través
de un lenguaje gráfico con reglas perfectamente definidas; es casi como tener
el mundo o una pequeña parte de este en la mano, sobre una hoja de papel cuyo
contenido permite evaluar, proyectar y hasta “cambiar” algunos de los atributos
del espacio, por lo menos en términos imaginarios.
Fotografía aérea |
Imagen de satélite. |
Los mapas de ahora se hacen con la ayuda de computadores que tienen la capacidad de recibir información satelital o superponer diferentes capas de información, con lo que se conforma un mapa bastante detallado. Todas estas operaciones las realiza un SIG o Sistema de Información Geográfica que reúne un conjunto de funciones de análisis con capacidad de trabajar simultáneamente los componentes locacional y temático de la información para establecer la distribución de un fenómeno, permitiendo, a su vez, construir modelos predictivos de su comportamiento e introducir los cambios oportunos en caso de ser necesario.
¿Qué implica ponerse las botas
del geógrafo? Implica aprender muchas cosas y disposición para seguir
haciéndolo, con el fin de estar a la altura de los cambios ocurridos en el
espacio, no solo en el espacio terrestre sino en todos aquellos en donde la
influencia de los seres humanos pueda avanzar; implica caminar largas jornadas
y, sobre todo, estar dispuesto a desarrollar una capacidad integradora para no
quedarse únicamente en la descripción de estructuras físicas, sino lograr una
valoración acertada del componente humano.
La Universidad Nacional de
Colombia propone un campo de acción para el geógrafo, que incluye:
·
Ordenamiento territorial
·
Planificación y manejo ambiental
·
Organización urbano-regional
·
Investigación básica y modelamiento de los
fenómenos físicos y sociogeográficos
·
Evaluación integral de tierras
·
Evaluación y prevenci ón de
riesgos
Queda mucho por decir acerca de
esta disciplina; lástima que las instituciones del Estado, con la obligación de
impulsar proyectos de investigación que podrían ayudar y aportar a muchas
personas, no piensen en la Geografía como una de las alternativas de cambio y
desarrollo social. Los docentes estamos llamados a impulsar desde las aulas una
actitud de cambio frente a disciplinas como esta que pueden, aunque ya lo están
haciendo de manera limitada, diseñar nuevas propuestas de uso de nuestros espacios.
Para ello tenemos que ¡ponernos las botas y echarlas a andar!
Bibliografía
UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA,
2004. Departamento de Geografía, Plan de
estudios.
LACOSTE, Y. & GHIRARDI, R.,
1983. Geografía general física y humana.
Barcelona: Oikos-Tau.
MADRID, A. & ORTIZ, L., 2004.
Análisis y síntesis en cartografía:
algunos procedimientos. Bogotá: Departamento de Ciencias Humanas,
Universidad Nacional de Colombia.
SANTOS, M., 2000. La naturaleza del espacio. Técnica y tiempo.
Razón y emoción. Barcelona: Ariel, S. A.
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