lunes, 30 de septiembre de 2013

Artículo del Periódico El Tambor


Las botas del geógrafo

Ilustración elaborada por estudiantes 
Artículo publicado en el Periódico El Tambor del Liceo Campo David, septiembre de 2005.

Por: Adriana Madrid Soto. 
Docente - Geógrafa, Universidad Nacional.

¡Profe! ¿Te gusta usar esas botas tan grandes? … Fue la pregunta que un estudiante de grado cuarto me hiciera poco tiempo después de ingresar al Liceo Campo David como docente. En ese momento respondí que sí, que me encantaba, porque con esas botas conocí gran parte de mi país; tuve la oportunidad de pisar el casquete glaciar del nevado del Ruiz a 5140 msnm, hundirme en las cenizas volcánicas de la Olleta, medir el caudal del río Guatiquía en el llano y experimentar, por largos caminos polvorientos y embarrados, la realidad socioespacial de esta nuestra tierra, tan macondiana y diversa.

Volcán La Olleta, ubicado en 

Pero el solo hecho de utilizar mis botas no fue suficiente, mi espíritu de búsqueda surgió cuando comencé a estudiar Geografía. Cada vez que le contaba a alguien mis intenciones de seguir esta carrera, me interrogaba acerca de las capitales del mundo, del mar más extenso, del país más poblado, del   pico más alto… en fin… ¡Pero la verdad es que no era para eso para lo que me preparaba! Entendí que “la Geografía es la ciencia que produce el conocimiento de las relaciones estructurales y funcionales entre la sociedad y la naturaleza que ocurren en el espacio geográfico, base fundamental de la vocación ambiental del geógrafo”. (Universidad Nacional de Colombia, 2004. Departamento de Geografía).

El objeto de estudio de la Geografía siempre ha sido el espacio y sus componentes así como las relaciones entre estos. Esta disciplina históricamente ha desarrollado una serie de categorías conceptuales, como el lugar, la región, el territorio y el paisaje, teniendo como finalidad elaborar teorías generales del espacio, comprender la naturaleza del mismo, identificar relaciones entre los individuos, estudiar su problemática social y determinar sus verdaderos agentes transformadores.

Pero asumir esta labor no es fácil, no se trata solo de experimentar por medio de los sentidos una imagen del espacio terrestre, la mayoría de las veces remoto. Como afirman Lacoste y Ghirardi (1983). “La geografía es uno de los medios para comprender el mundo, lo que está sucediendo en unos países más o menos lejanos, pero también para ver mejor las regiones que recorremos y conocer verdaderamente los lugares en donde nos hallamos”. Entonces… ¿para qué se prepara un geógrafo?, ¿cuáles son sus herramientas de análisis?, ¿cuál es su campo de acción?

El geógrafo no solo debe utilizar sus sentidos, sino agudizarlos, descubrir los componentes fundamentales del espacio (abióticos, biótico y antrópico) y las relaciones inherentes a su dinámica. Para ello es indispensable que se forme en áreas propias del componente abiótico, es decir, las que comprenden aquellos elementos que aparentemente no tienen vida pero que la sustentan: el agua, el sustrato geológico, el relieve, los agentes atmosféricos, entre otros; es necesario que indague acerca de los procesos internos de la Tierra (geología), los que ocurren en el exterior o en su superficie (geomorfología), las diferentes manifestaciones de los fenómenos atmosféricos (climatología, meteorología), y el comportamiento, la distribución y el impacto de los diferentes cuerpos de agua (hidrología), entre otros. Pero también es importante que el geógrafo conozca el componente biótico, aquello que reúne la vida, siendo consciente de la existencia de los seres vivos (plantas y animales), en función de su distribución espacial (biogeografía), las capas y procesos que conforman o permiten la existencia del suelo (edafología) y la visión integradora entre lo biótico y lo abiótico mediante el estudio del geosistema (ecología). Por último, y sin lo cual una persona no podría obtener el título de geógrafo, concierne al entendimiento y valoración crítica del componente antrópico o humano, teniendo en cuenta que el estudio del espacio no debe asociarse únicamente a experiencias elementales, indolentes frente a la realidad social, ya que este es, según Santos (2000) “el resultado de la acción de los hombres por medio de los objetos naturales y artificiales”.

Es así como el espacio geográfico no se crea de una sola vez, y tampoco es para siempre: es objeto de cambio y resultado de varias lógicas de producción en las cuales el ser humano es su principal protagonista. Dicho atributo exige por parte del geógrafo una formación en áreas tan importantes como la geografía histórica, para establecer relaciones espacio-tiempo que permitan explicar el verdadero sentido de las acciones humanas; la geografía económica, con el propósito de identificar la relación dialéctica entre los polos de producción, distribución y consumo a través del espacio; la geografía de la población, con la que se busca entender la dinámica de la distribución espacial de los grupos humanos en general y el porqué de la misma; la geografía urbana, para reconocer la ciudad como un fenómeno con manifestaciones especiales capaces de explicar su origen, forma, funcionalidad y relación con otros centros urbanos y el campo; la geografía rural, que abarca la comprensión de la distribución espacial de las actividades (agrícola, ganadera, extractiva…) concernientes al subsistema del hombre por más “civilizado y citadino” que pretenda ser; y por último la geografía política, que proporciona las bases suficientes para indagar e interpretar acerca de la forma como se distribuye el poder a diferentes escalas sobre el espacio geográfico.

¡Resulta ambiciosa la labor del geógrafo! Esta condición lo obliga a establecer una estructura conceptual basada en el manejo de una serie de herramientas de análisis espacial de carácter técnico, permitiéndole hacer manejables sus investigaciones. Estas herramientas incluyen las técnicas cuantitativas y cualitativas, las representaciones gráficas y los Sistemas de Información Geográfica, como se puede observar en la siguiente figura, en la que el análisis espacial puede entenderse como un filtro entre los datos y su posterior transformación en información geográfica. Vale la pena rescatar algunos elementos de los dos últimos grupos.
Las representaciones gráficas, definidas como esquemas abstractos de la realidad, tienen como objetivo hacer más fácil e inteligible un fenómeno espacial, permitiendo la visualización de ciertas características que de otra forma son difícilmente perceptibles. De ellas, el mapa es, sin duda, el elemento gráfico de trabajo básico de todo geógrafo; un mapa es una representación de la superficie terrestre o de una parte de esta y de los elementos naturales y humanos distribuidos sobre la misma. Se puede definir también como un texto con todas las condiciones para emitir, recibir e interpretar mensajes a través de un lenguaje gráfico con reglas perfectamente definidas; es casi como tener el mundo o una pequeña parte de este en la mano, sobre una hoja de papel cuyo contenido permite evaluar, proyectar y hasta “cambiar” algunos de los atributos del espacio, por lo menos en términos imaginarios.
Mapa

Fotografía aérea
Los mapas son y serán la herramienta práctica más utilizada por los geógrafos. Hoy en día son más complejos, debido a los adelantos proporcionados por las fotografías aéreas verticales, las imágenes de satélite y los computadores. Las fotografías aéreas son tomadas por un avión que hace recorridos lineales, hasta cubrir totalmente cierta área; luego pueden ser leídas con un estereoscopio capaz de mostrar el terreno en tres dimensiones. Pero cuando la visibilidad desde un avión no es buena, se utilizan radares montados sobre aviones, que emiten ondas capaces de sobrepasar obstáculos como nubes y humo para obtener la información que se desea. También se obtienen imágenes gracias a satélites artificiales que son lanzados por cohetes que luego describen órbitas alrededor de la Tierra, lo que les permite una observación remota (desde lejos) y constante de la misma. Estos captan y graban la energía emitida inicialmente por el Sol y reflejada luego por la Tierra, mediante sensores especializados en recibir la firma de cada uno de los elementos o grupos de elementos que constituyen la superficie terrestre. La firma no es otra cosa que las ondas electromagnéticas propias reflejadas por cada objeto terrestre. Luego la información teledetectada se transmite a la Tierra para su proceso, análisis y utilización.
Imagen de satélite.

Los mapas de ahora se hacen con la ayuda de computadores que tienen la capacidad de recibir información satelital o superponer diferentes capas de información, con lo que se conforma un mapa bastante detallado. Todas estas operaciones las realiza un SIG o Sistema de Información Geográfica que reúne un conjunto de funciones de análisis con capacidad de trabajar simultáneamente los componentes locacional y temático de la información para establecer la distribución de un fenómeno, permitiendo, a su vez, construir modelos predictivos de su comportamiento e introducir los cambios oportunos en caso de ser necesario.
Los SIG son a su vez una forma de comprender la capacidad de síntesis de la Geografía ya que esta disciplina “se vale del conocimiento de otras ciencias con el propósito de ir más allá de sus tendencias analíticas y proponer una explicación conjunta en la que se superen los estudios superficiales o descriptivos para buscar explicaciones no solo entre lo físico y lo humano, sino entre todas aquellas variables que ameriten el descubrimiento de sus conexiones y la forma como se distribuyen espacialmente”. (Madrid y Ortiz, 2004). Con la Geografía no solo es posible, sino necesario lograr una integración permanente con otras disciplinas, establecer un diálogo en términos teóricos y empíricos que nos permitan tener una visión mucho más cercana de la realidad espacial.

¿Qué implica ponerse las botas del geógrafo? Implica aprender muchas cosas y disposición para seguir haciéndolo, con el fin de estar a la altura de los cambios ocurridos en el espacio, no solo en el espacio terrestre sino en todos aquellos en donde la influencia de los seres humanos pueda avanzar; implica caminar largas jornadas y, sobre todo, estar dispuesto a desarrollar una capacidad integradora para no quedarse únicamente en la descripción de estructuras físicas, sino lograr una valoración acertada del componente humano.

La Universidad Nacional de Colombia propone un campo de acción para el geógrafo, que incluye:
·      Ordenamiento territorial
·      Planificación y manejo ambiental
·      Organización urbano-regional
·      Investigación básica y modelamiento de los fenómenos físicos y sociogeográficos
·      Evaluación integral de tierras
·      Evaluación y prevenciitud de cambio frente a disciplinas como esta que pue3den ial. Los docentes estamos llamados a impulsar desde las aultas una actón de riesgos

Queda mucho por decir acerca de esta disciplina; lástima que las instituciones del Estado, con la obligación de impulsar proyectos de investigación que podrían ayudar y aportar a muchas personas, no piensen en la Geografía como una de las alternativas de cambio y desarrollo social. Los docentes estamos llamados a impulsar desde las aulas una actitud de cambio frente a disciplinas como esta que pueden, aunque ya lo están haciendo de manera limitada, diseñar nuevas propuestas de uso de nuestros espacios. Para ello tenemos que ¡ponernos las botas y echarlas a andar!

Bibliografía

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA, 2004. Departamento de Geografía, Plan de estudios.

LACOSTE, Y. & GHIRARDI, R., 1983. Geografía general física y humana. Barcelona: Oikos-Tau.

MADRID, A. & ORTIZ, L., 2004. Análisis y síntesis en cartografía: algunos procedimientos. Bogotá: Departamento de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Colombia.

SANTOS, M., 2000. La naturaleza del espacio. Técnica y tiempo. Razón y emoción. Barcelona: Ariel, S. A.

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